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¿Son nuestras opiniones morales fruto de nuestros razonamientos o, por el contrario, son el resultado de emociones y sentimientos, como pensaba Hume? Los espectaculares avances de la neurociencia en el estudio del funcionamiento del cerebro humano han propiciado propuestas de entender a la ética como un conjunto de intuiciones o emociones vinculadas a la evolución humana, cuya función es garantizar la supervivencia de la especie. Algunos autores no solo tratan de explicar de esta manera la capacidad de comportarse moralmente de los seres humanos, sino que defienden la existencia de una ética universal, basada en tales intuiciones y en el funcionamiento del cerebro, que debería servir de fundamento para nuestros códigos morales. Estas concepciones podrían verse como parte de un proceso de "naturalización" de la filosofía práctica. En este libro se pretende someter a examen algunas de las aportaciones de la llamada neuroética, sosteniendo que muchas de ellas incurren realmente en argumentaciones muy débiles, la mayoría de las veces por falta de rigor conceptual y filosófico.