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En el presente libro el lector comprobará la evolución histórica que ofrece el profesor Fisher para sostener que, en el sistema judicial estadounidense, el jurado es el único sistema de detección de mentiras. Para ello, el autor parte de un juicio que no implicaba conflicto de credibilidad alguno, como lo era el juicio por ordalía en la Edad Media. Abolida la misma en 1215, e instaurado el procedimiento judicial ante jurado, tanto en causas civiles como penales, el sistema judicial inglés buscó la legitimidad divina en la institución del juramento, prohibiendo y evitando conflictos de credibilidad (el acusado no podía declarar bajo juramento y no podía llamar a testigos para que declararan bajo juramento, mientras que el acusador sí disponía del juramento para declarar tanto él como sus testigos). El autor analiza cómo el sistema judicial inglés cedió parcialmente a lo largo del siglo xvi, y comenzó a permitir a los testigos de la defensa contradecir los juramentos de los testigos de la acusación (gracias a la Ley para abolir las hostilidades con Escocia), y cómo el sistema hizo frente a sus primeros conflictos de credibilidad (a través de las reglas de credibilidad de los testigos y la regla del Caso de Bethel). Asimismo, el profesor Fisher analiza cómo el sistema judicial estadounidense hereda las anteriores instituciones judiciales y da un paso más, permitiendo la declaración bajo juramento del propio acusado a lo largo del siglo xix, gracias a las diversas leyes que permitieron declarar judicialmente a los afroamericanos. Con ello, la conclusión a la que llega el autor no es otra que, de hecho, el jurado es el único sistema de detección de mentiras en el sistema judicial estadounidense.