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Las Constituciones son textos vivos, que no pueden mantenerse apartados de la realidad social que deben ordenar. Hacerlo les costaría su propia legitimidad y, a la larga, pondría en riesgo su vigencia. Por eso, las reformas constitucionales son necesarias y, allí donde están llamadas a introducir elementos de cambio radicales sobre las opciones políticas fundamentales, se sitúan en el ámbito de los procesos constituyentes. Una Constituyente feminista habla de un cambio radical en relación con algunas de esas opciones políticas. Un cambio necesario, que pide llevar al texto lo que el texto apenas contempla. Un cambio que pide elevar a rango constitucional muchas de las conquistas del feminismo español del siglo xx y de este recién nacido siglo xxi. Por eso, el trabajo que el lector tiene en sus manos parte de un necesario recorrido histórico y normativo, que pone de relieve el punto en el que se encuentra la realidad social que ordena la Constitución, para evidenciar que el texto y el hecho, esa realidad, no hablan el mismo lenguaje. Desde esa constatación, el libro propone algunos cambios en el texto constitucional, cambios que pudieran parecer menores pero que, a juicio de la autora, suponen modificaciones radicales en las opciones políticas fundamentales del texto de 1978. Una Constitución cuya legitimidad ya ha sido puesta en duda, y que solo asegurará su vigencia a través del cambio. Una metamorfosis que debe ser feminista, o si no quedará inconclusa.