Nadie le explica al juez cómo valorar la prueba. No es suficiente decirle que aplique las «máximas de experiencia» o remitirle al uso de su «san crí¬tica». Equivale a dejarle solo ante una actividad extraordinariamente compleja, sin suministrarle las adecuadas herramientas para llevarla a cabo. Ello no sólo desorienta, lógicamente, a la justicia, sino también a los abogados, que sólo con gran esfuerzo logran adivinar qué es aquello que puede convencer, o al menos persuadir, a un juez.
Este libro intenta establecer las bases para una correcta actividad de valoración de la prueba, incidiendo tanto en la formación -actualmente muy deficiente- del jurista en este terreno, como en el mantenimiento de la imparcialidad judicial pese a la inevitable implicación judicial en la actividad probatoria, así¬ como en la necesaria motivación de las razones concretas por las que el juez se ha convencido de la realidad de unos hechos, proponiendo un esquema de trabajo que pretende ayudar a los jueces, aunque también a los abogados a la hora de construir las conclusiones y articular recursos basados en la errónea apreciación de la prueba.
Pero nada de lo anterior será posible si el libro no se adentrara en el detalle de las concretas «máximas de experiencia» que se utilizan en cada medio de prueba individualmente considerado. Se intenta, con ello, sacar a la valoración probatoria del terreno de lo ignoto, de lo inmotivable, de la convicción íntima nunca explicada, y también del absolutismo de la «inmediación». Se describe con precisión qué es lo que tiene en cuenta un juez cuando se convence de un hecho, de manera que, por fin, sea motivable. Y, por supuesto, recurrible.
ÍNDICE (Resumen): Identificación del concepto de valoración de la prueba. Pequeña historia de la valoración de la prueba. Los cinco enfoques en el estudio de la valoración de la prueba y sus resultados. Bases para una adecuada valoración probatoria. La valoración de los diferentes medios de prueba.