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La utilización de hipótesis científicas en el proceso penal no es particularmente desconocida, sino que se remonta a varios siglos. Una de sus principales funciones ha sido el reconocimiento de los delincuentes, sirviéndose para ello de conclusiones adulteradas. En la actualidad, dicha utilización ha resurgido con el advenimiento de la neurociencia. En particular, con una de las aplicaciones que acapara gran parte de esta relación interdisciplinaria: la neuropredicción (neuroprediction). Ante este escenario, el presente trabajo examina si la neuropredicción es una reformulación de teorías atávicas, infructuosas y sesgadas o, por el contrario, representa la superación de los escollos y los déficits que caracterizaron anteriores planteamientos teóricos. A los efectos de disolver esta disyuntiva, se analizan: la cientificidad de las premisas que vertebran la neuropredicción, la solidez y consistencia de los parámetros que se señalan como biomarcadores, el impacto que dicha propuesta irradia en los principios y normas que rigen el proceso penal y la idoneidad de buscar respuestas jurídicas en la ciencia. La meditación acerca de estos particulares desemboca en la conclusión de la no-plausibilidad de la prueba neurocientífica como prognosis de peligrosidad, al presentar quiebras científicas y jurídicas críticas. A resultas de ello, en la parte final de la obra se bosquejan nuevos ámbitos de interacción interdisciplinaria que sorteen los obstáculos identificados.