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«La globalización, la tecnología, Internet –donde cualquiera puede decir cualquier cosa de cualquier persona con total impunidad–, las migraciones, han llevado a que el fenómeno de la discriminación siga vigente en todos sus términos. Nosotros no sostenemos que la discriminación sea el problema más grave del siglo XXI. Entendemos, en cambio que es uno de los problemas cuya gravedad no ha decrecido: porque aquellas sociedades donde las semillas venenosas de la discriminación, del racismo, del antisemitismo o de la xenofobia prosperan, terminan carcomidas en sus cimientos y caemos todos bajo sus escombros. Por eso, estamos ante un problema nacional más importante para el país y la sociedad en su conjunto que para los presuntos aludidos por la conducta. El hecho es que (…) ante fenómenos recurrentes, además de una respuesta social, humana y educativa, debe buscarse también una respuesta penal».