En este volumen el profesor Granger plantea con toda crudeza que el desarrollo de la economía como disciplina es para poder influir en la economía real y que para ello necesitamos modelos empíricos que necesariamente serán muy rudimentarios. A pesar de ello, su construcción requiere la conjunción de la teoría económica, el análisis econométrico y el conocimiento institucional. Además, el autor subraya que en la práctica se concluirá con más de un modelo razonable y adecuadamente contrastado con los datos muestrales. En este contexto surge la pregunta de cómo se puede saber que un modelo empírico tiene algún valor, y para tratar de responderla se desarrolla el proceso de evaluación de modelos. El interés del mensaje de este libro queda ilustrado al plantearse en su último apéndice la posibilidad y problemática de la política económica.