La lingüística forense se hace cada vez más necesaria en los tribunales de todo el mundo. Este ensayo de investigación aborda cómo el sistema judicial estadounidense carece de conocimientos sobre el lenguaje y de qué modo a través de una serie de casos reales -desde el rapto de Linderbergh, los escritos de Unabomber hasta el caso por prevaricación de Bill Clinton-, se podría aplicar el criterio de un lingüista para atinar mejor con los veredictos. El estudio abarca temas como el lenguaje de la policía (como en los arrestos e interrogatorios), las pruebas lingüísticas o los delitos cometidos por medio del lenguaje (como el cohecho o la conspiración); todo ello con la mirada crítica -además de la prosa clara y concisa- de Lawrence M. Solan y del ya fallecido Peter M. Tiersma, dos lingüistas y juristas de renombre dentro de la lingüística forense a nivel internacional.