El debate académico reciente sobre la justicia distributiva se ha centrado en determinar la relevancia de la responsabilidad individual a la hora de especificar nuestras obligaciones mutuas como miembros de una sociedad. El calado teórico de esta cuestión justifica de por sí la atención que ha recibido por parte de los filosofos políticos. No obstante, el debate político fuera de la academia también ha contribuido a avivar la discusión filosófica sobre el tema. En los últimos años se ha impuesto un discurso conservador que aborda ciertos problemas sociales como la pobreza o la delincuencia poniendo énfasis en las elecciones, el esfuerzo, el estilo de vida y la responsabilidad de los individuos sobre estos males. Esta retórica ha sido utilizada para criticar el Estado del bienestar con el argumento de que sus políticas penalizan a quienes con esfuerzo y trabajo consiguen una posición de ventaja y son incapaces de distinguir entre los sujetos necesitados que realmente merecen ayuda, y los que deben soportar su desventaja porque son responsables de la misma. En el terreno político, la responsabilidad individual casi siempre ha sido invocada para justificar una disminución de los beneficios sociales para los más pobres, y un aligeramiento de las cargas que deben soportar los más ricos. ¿Es cierto que la responsabilidad menoscaba la igualdad? Una respuesta afirmativa a esta cuestión es una mala noticia para el igualitarismo ya que la idea de responsabilidad está fuertemente arraigada en nuestras intuiciones básicas sobre lo que es justo. Por esta razón, varios liberales igualitarios contemporáneos han tratado de importar la idea de responsabilidad al discurso filosófico en defensa de la igualdad. Su propósito es mostrar que, bien entendida, la responsabilidad justifica programas distributivos más generosos que los que existen hoy en día en nuestras sociedades. Este trabajo explora la incorporación y el desarrollo de la idea de responsabilidad en el seno del liberalismo igualitario.