El Legaltech es una especialidad relativamente nueva en el desarrollo de la ciencia. El término –un anglicismo– resulta de una contracción, o crasis, de “legal” “technology” y refiere al uso de la tecnología para prestar servicios jurídicos. Sin embargo, abarca en forma justa y perfecta diversas disciplinas, porque la tecnología atraviesa todo el conocimiento humano. Así, su vinculación es intensa con el Fintech, Insurtech, Gendertech, etc. Como en todo, o casi todo, cohabitan en el sistema diversos interesados que, de una u otra forma, por ese natural interés, entienden la disciplina desde sus puntos de vista. Así teóricos, y/o prácticos con desarrollo profundo del tema, empresarios, entusiastas, conservadores que pueden ser, o no, detractores, el Estado, etc.
El término nació en 1979 de la mano de LexisNexis, empresa estadounidense que presentó, ese año, UBIQ, un módem que conectaba a los usuarios adheridos con algunas bases de datos de leyes y jurisprudencia de bibliotecas de ese país.
La disciplina, en continuo desarrollo, abarca diversos temas. Todo comienza en el Big Data, la Internet de las Cosas, los algoritmos, la Inteligencia Artificial, la Blockchain, etc.
Este estudio, efectuado por un profesional dedicado al tema desde hace años, por su trabajo y evolución, es realizado según su formación y experiencia; nada más, nada menos. Por tanto su desarrollo refiere a la ciencia central de la tecnología en el Derecho, según la misma, aunque asesorado por ingenieros informáticos y otros especialistas. Como siempre, y desde hace tiempo para ello, hemos aprendido, desaprendido y vuelto a aprender para sobrevivir al darwinismo social y a la era de los dinosaurios.
Es nuestra intención entonces, por lo menos, introducirnos al conocimiento del Arte Real del instituto que nos convoca para no transformarnos en analfabetos del presente