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In dubio pro reo. Es preferible absolver a «x» culpables que condenar a un inocente. Condenad sólo más allá de toda duda razonable. Todas esas máximas, y algunas otras análogas, han querido orientar los juicios penales desde hace muchos siglos. Y pese a la reiteración y consolidación de dichas máximas, la sociedad sigue padeciendo sistemáticamente una paranoica sensación de sospecha generalizada.
La presunción de inocencia debe ser el fundamento principal de todo proceso penal. Pero aun partiendo de esa irrebatible y humanista conclusión, el juez no puede contentarse con emitir su juicio basándose en este simple hecho: sentir una duda en una medida que subjetivamente le parezca relevante. Actualmente es de esperar del juzgador algo más: que actúe como un científico, con sujeción al método del mismo nombre, observando el resultado empírico de las pruebas y asumiendo la conclusión a la que conduce dicho resultado, sea cual fuere, condenatoria o absolutoria. La presente obra pretende descubrir no solamente la naturaleza jurídica, sino sobre todo la esencial y auténtica utilidad de la presunción de inocencia: alejar al juez del prejuicio social de culpabilidad durante todas las fases del proceso penal, a fin de conferirle la necesaria imparcialidad. Tras abundar en las causas y tristes consecuencias de dicho prejuicio, se exponen diversas propuestas para arrinconar en la mayor medida posible la existencia de la duda, huyendo de soluciones simplistas, pero intentando facilitar la labor judicial en el enjuiciamiento penal, aproximándola a los parámetros científicos que siempre debiera poseer.